Casi pensaba que era perdonable que una persona bienpensante, como suele decirse, se derechizara un poco si era víctima de un robo o episodios delictivos peores.
Por eso cuando recibí hace unos días un mail de la Agencia LaVaca contando sobre el asalto sufrido por un miembro de ese grupo, me preparé para la desilusión de leerlos pidiendo poco menos que pena de muerte, pero leí con sorpresa una muestra de que si uno piensa distinto, después sigue pensando igual (distinto), aunque se repitan clichés como el miedo y aunque se llame a una misa por la paz:
El lunes de 10 de mayo, nuestra amiga y compañera de trabajo Penélope Lauman cerró el local de Mu.Punto de Encuentro a las 10 de la noche, como todos los días desde hace un año y medio, y se fue para su casa, en el barrio Villegas, de Ciudad Evita. Cuando llegó, salió a comprarle un alfajor a su hijo. Eran las 12.30 de la noche cuando una vecina escuchó los gritos de Penélope pidiendo ayuda. La encontró desangrándose. La habían apuñalado y pegado tres tiros por la espalda. Desde ese momento, Penélope lucha por su vida. Está internada en el hospital Pairossien, en terapia intensiva y su estado es muy grave. Sus familiares, amigas y compañeros de lavaca conocemos la situación de violencia a la que está sometido el barrio. Y el miedo del que es rehén. Por eso, convocamos a que nos acompañen mañana sábado 15, a la marcha y misa por la paz que se realizará en la capilla San Antonio de Padua. La cita es las 16, en Crovara al 5.300.
El siguiente es el texto de la convocatoria que realizamos junto a los familiares, las amigas y los vecinos de Villegas
“El lunes 10 de mayo, a las doce y media de la noche, nuestra amiga Penélope Lauman llegó de trabajar y fue a comprar al kiosco un alfajor. Una vecina la encontró tirada en la calle pidiendo ayuda. La habían apuñalado y pegado tres tiros por la espalda. Ahora está luchando por su vida en el hospital Pairossien. Le sacaron un riñón, la mitad del hígado, tiene los pulmones y los intestinos comprometidos, pero ella pelea por vivir, como lo hizo cada día de los 28 años que había cumplido una semana antes.
Nos quieren explicar lo inexplicable con la lógica de siempre: Penélope es la víctima inocente de una pelea entre bandas que se disputan el control de barrio.
Sus familiares y amigos sabemos que Penélope es la víctima inocente de algo más grave: es víctima de la violencia, la cultura del odio y el terror a los que estamos sometidos en este barrio desde hace tanto tiempo que ya ni recordamos ni cuándo ni cómo empezó.
Los familiares y amigos de Penélope sabemos que en este barrio hay una mayoría de gente que intenta trabajar y sobrevivir y criar a sus hijos lo mejor que puede.
Que todos los días convive con la injusticia y la violencia que genera la pobreza.
Que en este barrio los derechos más básicos y la dignidad más elemental se fueron transformando en cosas muy difíciles de alcanzar.
Sabemos, también, que nuestros adolescentes tienen al alcance de la mano lo peor, lo fácil, y lo difícil, lo cada vez más inaccesible, es que tengan una buena educación o buen trabajo.
Sabemos que este barrio está marcado en el mapa con rojo, como una zona de peligro, de guerra cotidiana. Pero sabemos también que no está en rojo para las políticas sociales ni las obras públicas ni la educación ni la salud ni la seguridad.
Lentamente, nos fuimos acostumbrando a este destino de pobres peleando contra pobres, a la muerte en la esquina, a la violencia en la puerta y al odio al otro, que es igual a nosotros, sufre lo mismo que nosotros, pero es nuestro ”enemigo”.
Lentamente nos fuimos acostumbrando a lo peor: a pensar que esto no tiene solución.
A que la tranquilidad, la paz del barrio ya no es posible.
Así nos convertimos en rehenes de los que quieren que vivamos con miedo, sin justicia y sin seguridad.
Y sin futuro.
Penélope es la víctima inocente de todo esto.
No es la única. Pero sus familiares y amigos creemos que debe ser la última.
Sabemos que no va a ser fácil, sabemos que el miedo nos domina y sabemos que nuestros verdaderos enemigos son aquellos que no quieren para el barrio otro destino que el del terror.
Pero también sabemos que somos más los que deseamos otra cosa para nuestros hijos y que si dejamos de lado la lógica de la violencia y nos unimos, podemos hacer juntos algo que, por pequeño que sea, nos señale que es posible vivir en este barrio de otra manera.
Que es posible ir al kiosco y comprarle a nuestros hijos un alfajor. Y dárselo como premio por haberse portado bien, con un beso y un deseo: que duerma sin miedo.
Eso es lo que Penélope quería hacer esa noche.
Eso es lo que nosotros, sus familiares y amigos, queremos para este barrio”.
Familiares y amigos de Penélope
Cooperativa de trabajo lavaca
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Parece que era cuestión de tener una posición tomada desde antes y no intentar formular una en el momento, cuando las papas queman y el auto robado o la vida perdida están demasiado frescos y duelen tanto que no dejan pensar.
1 comentario:
Guarda con el discurso de la guerra de pobres contra pobres, es lo más de derecha que hay. Nadie que caracterice la realidad como una guerra de pobres contra pobres puede proveer una salida para las problemáticas sociales, dado que parte de la caracterización de que el problema es que los pobres (como si fueran una potencia social en sí misma) se enfrentan entre sí (porque son ignorantes o estúpidos) en vez de enfrentar a alguna otra potencia social maligna (¿los ricos? No está claro) y superar su condición de tales. Entiendo que se trata de una carta y no de un manifiesto de filosofía política, pero no dejemos que lo seductor del lenguaje nos tape los argumentos reaccionarios.
Por lo menos así lo veo yo.
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